La economía circular es una de las iniciativas que mayor impulso está recibiendo desde la Comisión Europea. El objetivo principal, proteger y asegurar el medioambiente y el desarrollo sostenible, ineludible si deseamos dejar en herencia algo más que un planeta agonizante. Pero, ¿cómo hacer que estos esfuerzos lleguen a buen puerto? Parte de la respuesta podría estar en los dispositivos creados en el marco del internet de las cosas. Porque cuando IoT y economía circular se conocen, pueden surgir cosas maravillosas y oportunidades por explotar.

Conociendo a los protagonistas: IoT y economía circular

Internet de las cosas (IoT para los amigos) nació entre 2008 y 2009. Sin embargo, este término fue acuñado unos años antes por Kevin Ashton. En la web Techpedia (ver referencia en Más información), Jordi Salazar y Santiago Silvestre (2016) recogen la siguiente definición:

«IoT (Internet of things/Internet de las cosas) es una arquitectura emergente basada en la Internet global que facilita el intercambio de bienes y servicios entre redes de la cadena de suministro y que tiene un impacto importante en la seguridad y privacidad de los actores involucrados».

Simplificando, el IoT se puede definir como una red de objetos físicos (desde una cafetera hasta un sofisticado sensor instalado en una fábrica) conectados a internet y que tienen capacidad para percibir, recopilar y enviar información (un sensor de temperatura) o recibirla e interactuar con el entorno (funcionamiento automático de un sistema de riego).

A economía circular ya tuviste oportunidad de conocerla en el artículo sobre reutilización de materiales de construcción. Es la alternativa a la actual economía lineal de producir, usar y tirar. Este modelo busca:

  • Alargar el uso de los recursos durante todo el tiempo posible.
  • Extraer el máximo valor durante su vida útil.
  • Recuperar las materias primas una vez los productos resultan inservibles.
  • Volver a introducirlos en el mercado en la medida de lo posible.

Buscando modelos de entendimiento

Las posibilidades que se abren entre el IoT y la economía circular son muy amplias. Sin embargo, hay algunos aspectos que pueden hacer que la relación se tambalee o atraviese momentos de crisis. Así, problemas como la falta de madurez del IoT o la carencia de conocimientos pueden generar brechas de seguridad. Y la incapacidad de la economía circular para encandilar a la sociedad tampoco facilita su adopción, siendo preciso un cambio radical de mentalidad y forma de consumo.

No obstante, considero que el entorno puede hacer inclinar la balanza hacia un pronto entendimiento. Así, factores externos tales como la negativa de China a convertirse en el basurero del mundo (el gigante asiático ha estado procesando al menos la mitad de las exportaciones mundiales de metales y papel y plástico usado) pueden contribuir a la adopción de un modelo circular (también otros destinos alternativos – Vietnam, Tailandia o Malasia – están adoptando medidas para limitar la importación de residuos). Asimismo, la reducción en el precio de los sensores, la conexión a internet y el procesamiento de datos, así como la mayor duración de las baterías, facilita explorar nuevas perspectivas y el desarrollo de dispositivos IoT más seguros y eficientes.

Encontrar un modelo de negocio que «case» al IoT y la economía circular puede que sea, por tanto, una de las prioridades. Y es aquí donde podrían tener cabida los modelos de servitización o «X como servicio», donde la «X» se podría sustituir por transporte, luz, ropa, telefonía, etc. Porque dime, ¿de qué te sirve comprar un móvil última generación si empieza a devaluarse desde el momento en el que sale de la cadena de producción? ¿No sería mejor pagar por el uso efectivo que haces de él, como una especie de renting?

Un ejemplo de este modelo, orientado a resultado, es el contrato firmado por el aeropuerto de Schiphol en Amsterdam con Philips y la compañía eléctrica Cofely. En virtud de este acuerdo, el aeropuerto solo paga por la luz que consume. Las luminarias siguen siendo propiedad de Philips, que se encarga de su mantenimiento y reciclaje. Es lo que se conoce como «luz como servicio» o LaaS (Lighting as a Service).

¿Y cómo encaja la tecnología en todo esto?

Aunque en el presente artículo solo estoy haciendo referencia al IoT, parientes próximos tales como la analítica de datos o el big data también van a influir en la relación.

En la siguiente tabla puedes ver las interrelaciones que se establecen entre las distintas tecnologías y la economía circular. La tabla original la puedes consultar en la investigación de Bressanelli et al. (ver Más información)

Funcionalidad (basada en un modelo orientado al uso)Tecnologías digitalesEtapa del ciclo de vida del productoVariable maximizada dentro de la economía circular
IoTBig data y analítica de datosIncrementa eficiencia del recursoExtiende la vida útilCierra el círculo
Mejorar el diseño del productoXXEtapa inicial del cicloXX
Atraer clientes objetivoXXEtapa inicial del cicloXXX
Monitorizar y seguir la actividad de los productosXEtapa intermedia del cicloXX
Proporcionar soporte técnicoXXEtapa intermedia del cicloX
Proporcionar mantenimiento preventivo y predictivoXXEtapa intermedia del cicloX
Optimizar el uso del productoXXEtapa intermedia del cicloX
Actualizar el productoXEtapa final del cicloXX
Mejorar la renovación al final del ciclo de vidaXXEtapa final del cicloX

Hasta ahora, la mayoría de experimentos para geolocalizar artículos han tenido como motivación la investigación y la denuncia. Así, por ejemplo, el Senseable City Lab del MIT desarrolló un proyecto de seguimiento de basura a través de dispositivos que periódicamente transmitían su posición (ver imagen adjunta). Y Basel Action Network, una organización de Seattle, esconde aparatos GPS en dispositivos electrónicos cuyo supuesto destino es el reciclaje.

Cuando IoT y economía circular se conocen, surgen nuevas posibilidades

¿Sería viable extender esta práctica a otros artículos apoyándose en un modelo de servitización? Si esta medida se aplicara sobre ordenadores, teléfonos o electrodomésticos de uso diario, se podría reducir el volumen de residuos electrónicos y el descontrol en su gestión. Sigfox, una de las principales empresas en el ámbito de la comunicación IoT, sorprendió en 2017 con un prototipo de módulo inalámbrico con un coste de tan solo 20 centavos, así que el precio no debería ser excusa.

No obstante y aunque la tecnología necesaria para el seguimiento de los productos ya existe y los protocolos de comunicación (LoRA, Sigfox, etc.) cada vez son más eficientes y asequibles, aún faltan varios empujones para su adopción masiva, especialmente y desde mi punto de vista en lo que se refiere a:

  • Un tamaño más reducido de los dispositivos IoT. Es justamente una de las tendencias que se observa en eventos como el CES de Las Vegas.
  • Investigación de nuevos soportes tales como el papel o las etiquetas adhesivas.

Yo creo las bases están sentadas y la línea trazada, pero ¿qué opinas tú? ¿Crees que este particular idilio tiene futuro?

Más información

Salazar, J., Silvestre, S. «Internet de las cosas». European Virtual Learning Platform for Electrical and Information Engineering, 2016. Disponible en http://techpedia.fel.cvut.cz/single/?objectId=95

Bressanelli, Gianmarco; Adrodegari, Federico; Perona, Marco; Saccani, Nicola. 2018. «Exploring How Usage-Focused Business Models Enable Circular Economy through Digital Technologies.» Sustainability 10, no. 3: 639. Disponible en http://www.mdpi.com/2071-1050/10/3/639

Imagen: Pexels (imagen editada por Judit Urquijo)

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Técnico de medio ambiente, community manager y content curator especializada en temas de medioambiente - Environmental technician, community manager and content curator specialised in environmental issues